Todos
conocemos a alguna persona que, aunque tenga un buen trabajo, una vida cómoda,
amigos fieles y una familia envidiable no es feliz. Mientras, otra gente
con mucho menos es capaz de desprender una vitalidad y felicidad digna de ser
elogiada. El ser
feliz, o no, puede depender de muchos factores, pero al
final los rasgos que diferencian a una persona que disfruta de su vida de otra
que no lo hace, pueden ser muy pequeños.
Los ocho rasgos comunes que
distinguen a la gente que es feliz: Pasan gran cantidad de tiempo con su familia, seres queridos y
amigos, se sienten bien y agradecidos por todo lo que tienen, suelen tener
predisposición a ayudar y echar una mano a la gente de su entorno, son optimistas
al imaginar su futuro; saborean los placeres de la vida y la situación en la
que se encuentran, suelen practicar deporte de forma constante, tienen
principios sólidos y son perseverantes ante sus objetivos y ante los momentos
complicados y situaciones de tensión tratan de mantener la calma y plantar cara
a la dificultad.
Partiendo de estas premisas, puedo
establecer una serie de pautas para que la felicidad pueda formar parte de los
hábitos de cada uno:
1.
Hay que saber apreciar y
agradecer los pequeños momentos, sobretodo positivos, cada día.
2.
Levantarse y tener un
ratito para uno mismo es algo que nos ayudará a disfrutar del día, o al menos a hacerlo más llevadero.
3.
Muchos estudios
demuestran que para mejorar la felicidad de forma inmediata lo
mejor es hacer deporte, socializar y, por supuesto, mantener relaciones
sexuales para ser personas con una mayor satisfacción.
4.
No cabe duda de que dejar a un lado toda la vida de uno y lanzarse a
labores humanitarias es un detalle precioso.
5.
Hacer las cosas bien,
apuntar el progreso que se ha realizado y asegurarse de ver los resultados del
buen trabajo es un modo útil para ser más positivos y establecerse
unos buenos objetivos
6.
No cabe la menor duda de
que vivimos en sociedad y que tener relaciones con otros humanos está
íntimamente ligado con la felicidad, por lo que hay estudios
que demuestran que invertir el dinero con amigos es más
satisfactorio que en uno solo.
7.
En algún momento de
nuestra vida va a ocurrirnos algo que sea especialmente
duro y que no sepamos cómo actuar ante ello. Este hecho no
es ajeno a nadie y solo puede actuarse de dos formas: hundirse o asumir la
dificultad e intentar superarla.
En definitiva, la
felicidad depende de uno mismo y, aunque influyan aspectos ajenos, uno puede
seguir una serie de pasos para lograr una vida más satisfactoria. Si vamos por la vida con la
creencia de que la felicidad depende de nuestras circunstancias, de las
situaciones por las que pasamos, de tener más dinero, unos hijos mejores, un
buen trabajo, una pareja estable, etc., estaremos continuamente buscando aquello que nos
falta, sin darnos cuenta de que la felicidad no tiene nada que ver con eso.
La felicidad podemos
encontrarla siempre en nosotros, no es algo que esté ahí fuera. Es cuestión de
darse cuenta de que no depende de lo que tenemos, sino más bien de lo que
somos. Esto significa aprender a quererse, aceptarse y a convivir con uno
mismo, puesto que serán las claves para que ante cualquier situación podamos
sentir la felicidad que radica en nuestro interior.
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